Un importantísimo aspecto, requerido para mantener la comunicación entre el predicador y la multitud, es la mirada: pasear la mirada por toda la congregación mientras habla, mirar a los ojos de los oyentes. Desde este punto de vista, podemos establecer una especie de clasificación de los predicadores. Al primer grupo, lo podemos llamar “predicadores de mirada indefinida”; al segundo, “predicadores de vista fija”; al tercero, “predicadores de vista corta”.
Los primeros son aquellos que colocan su vista en un punto fijo, ya el techo, la esquina de una pared, una lámpara o hasta el piso. Traspasan con su mirada los objetos en los cuales ponen su visión, pero no en la congregación que se convierte en algo inexistente.
Los segundos, los “predicadores de vista fija”, eligen a un hermano y le clavan la mirada mientras predican. Parecería como que ese hermano o hermana es la única persona que se encuentra en el salón. Ni qué decir de los efectos que esto trae como resultado. Dependiendo del tema que se está tratando, éste se sentirá bien o mal. Cuando se predica la bendición para el pueblo de Dios, el hermano dice: “¡Gloria a Dios, eso es para mí!”. Pero cuando se predica sobre el pecado y el arrepentimiento, dice: “¿Por qué me miras a mí solamente? Y los otros, ¿qué?
Los terceros son los “predicadores de vista corta”. Estos son los que clavan los ojos en el púlpito, y no los levantan para contemplar la hermosura de su congregación. Tal parece que están avergonzados de lo que dicen y esto resta autoridad y credibilidad al mensaje. Aparentan no tener convicción de lo que dicen, y su mensaje se hace débil y no llega a las gentes.
Los ojos son un punto de contacto directo con el auditorio. Si quiere ver desde el púlpito una congregación entusiasmada con los que usted dice, mírelos a sus ojos, pasee su vista, deténgala un poquito en cada sección, incluya a la congregación en su campo visual y ellos le van a corresponder positivamente.
Por otra parte, el mirar a la congregación le dará ánimos a usted, lo hará sentirse bien, y será motivo de inspiración. Le permitirá saber, además, si su mensaje está llegando al corazón de las gentes, y si está produciendo los efectos para lo cual está siendo enviado.
© Luis E. Llanes. Ministerio Luz y Verdad. Puerto Madryn, Chubut, Rep. Argentina. 2008. Editado por: Alba Llanes. EDICI. Rancho Cucamonga, California, EE.UU. 2008.
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